2 de agosto de 2014

De pulpos, bañistas y amor: un poema de Mary Szybist


EN LA EXUBERANCIA

No es que el pulpo se niegue a quererte;
no es que no quiera alcanzarte
con cada uno de sus brazos alargados.

Le servirías igual que cualquier otra, creo,
a un pulpo. Pero las criaturas del mar,
al igual que el mar, no piensan

en sí mismas, o en ti. Continúa flotando ahí,
acunada, incapaz de quemarte. Déjate llevar
por el balanceo, por los agitados torbellinos, olvida

las pesadas piernas entre las flotantes praderas
         de algas y siente
                  la floración del fitoplancton, la espuma, las
         salpicaduras, los percebes. En el oscuro reino béntico, el resbaladizo necton
se desliza sobre las llanuras abisales y mientras flotas sientes
                            ese afloramiento de fría, profunda agua acariciarte
         la piel que te cubre
                   la columna. No, no es que el pulpo
                            se niegue a quererte. Si te tocara,

si probara tu sabor, cada uno de sus tres
corazones enrojecería.

¿Van los teólogos de cualquier religión a refutármelo?
No el salmón de azulado casquete. No su cabeza moteada.

(Mary Szybist, Incarnadine, Graywolf Press, 2013)
[Libro ganador del National Book Award 2013]

(Traducción de Andrés Catalán)

http://www.mariafilopoulou.com/

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